Slavoj
Žižek nació el año 1949 en Lubliana, ciudad de la antigua Yugoslavia (hoy
Eslovenia) y se movió, por lo tanto, en el asfixiante ambiente filosófico del
marxismo oficial de los países del Este.
Su
inquietud filosófica lo llevó a interesarse por Heidegger, el cual, al margen
de la ideología dominante, tenía una fuerte presencia en los círculos
intelectuales disidentes de su país. Aunque posteriormente se desmarcará de su
influencia, Zizek continuará pensando que Heidegger es una referencia básica de
la filosofía actual, ya que la mayoría de los filósofos contemporáneos se
definen en función de él, ya sea siguiéndolo de alguna manera o marcándote su
distancia.
Posteriormente
se interesará por el postestructuralismo francés, en contra de todas las
tendencias filosóficas dominantes a su pais. Derrida i Deleuze serán autores
que tendrán una clara influencia en Žižek y sobre los cuales éste volverá
constantemente, aunque de manera crítica. Pero el autor que, dentro de este
grupo le influirá más será Althusser, y no tanto por su filiación marxista (ya
que, paradójicamente, la influencia de Marx sobre Žižek será muy posterior)
sino por sus trabajos sobre el tema de la ideología, que es uno de los ejes de su
elaboración teórica.
En los
años 70 Žižek , al frente del círculo intelectual que le rodea, decide tomar
como referencia teórica a Jacques Lacan. Žižek reconoce hoy la confusión de
aquella época, pero también que fue muy interesante por su frescura y experimentación.
Sólo entenderá en Lacan posteriormente, cuándo Jacques-Alain Miller, el
heredero oficial de Lacan, le ofrece un trabajo de profesor asociado en la
Universidad Paris VIII de París y le invita a trabajar directamente los textos
del maestro.
Al volver
en su país fundará La Sociedad de Psicoanálisis Teórico y a partir de aquí
Lacan tendrá una influencia considerable sobre los intelectuales de su país,
algunos de los cuales acabarán con responsabilidades políticas importantes.
Antes de
continuar hay que aclarar un par de cuestiones sobre Jacques Lacan, que va
siempre asociado a pasiones muy polarizadas de amor/odio. La primera es que
Lacan hace un trabajo teórico muy riguroso y renovador en el mundo del
psicoanálisis y del pensamiento. Su apuesta es arriesgada y polémica, pero las
acusaciones en Lacan de ser un parlanchín seductor, con una retórica vacía sólo
pueden ser producto de la mala fe o de la ignorancia. La segunda es que la
propia autodefinición de Lacan como un antifilósofo se tiene que entender como
una provocación y no en un sentido literal. Lacan crea un punto de encuentro
muy productivo entre la filosofía y el psicoanálisis, tiene una formación
filosófica muy potente y estaba en diálogo permanente con los filósofos y los
matemáticos más importantes de su generación. Žižek planteará que Lacan es un
antifilósofo en el sentido de no filósofo, no como juicio negativo sino como
juicio infinito que señala el núcleo excesivo de la filosofía. En el mismo
sentido Alain Badiou había hablado de Nietzsche, Wittgenstein y del mismo Lacan
como los antifilósofos que cuestionabann la filosofía académica.
En otro
sentido aunque es cierto que Lacan ha generado una corriente dogmática y
sectaria a su alrededor, también hay entre los lacanianos sectores intelectual
y profesionalmente muy interesantes. La influencia de Lacan en el mundo del
psicoanálisis es muy fuerte en Francia, Argentina y otros países de América
Latina y, en parte. En EEUU. Lacan está muy bien considerado, sobre todo en los
Departamentos de Literatura de muchas universidades, que lo toman como una
referencia como crítico de la cultura. Lo que hace Žižek con Lacan es un
trabajo original, que es el de introducir una lectura filosófica y política de
su obra.
La
filosofía tiene para Žižek un papel claramente desestabilizador. En este
sentido reivindica el papel de Sòcrates como cuestionador de la ideología, es
decir de las creencias establecidas como supuestos saberes en su época. Lo que
hace Sòcrates no es ocupar el lugar del Otro, el del poseedor de la Verdad,
sino enfrentar al otro con la incoherencia de su posición, que no es coyuntural
sino estructural, ya que es consustancial a la propia razón, al Logos. Éste,
como todo el Orden Simbólico tiene una rendija, tiene un agujero, ya que, como
decía Lacan, el 'Gran Otro' (sea la Razón, la Historia, Dios o el Partido) no
existe. El Otro, siguiendo el lenguaje lacanianà, está cerrado, está dividido,
no es cumplido, tiene una carencia, una carencia. La ideología es la gran
fantasía social que nos lleva a creer en la existencia de éste Gran Otro desde
el cual fundamentamos las cosas, desde el cual todo tiene un sentido
Žižek
quiere mostrar, en contra de Descartes y siguiendo en Lacan, que la locura es
un producto de la propia razón, no su antagónico. La filosofía tiene dos
opciones: la de sostener la locura de vivir sin garantías y sostenerse uno
mismo o la de querer constituirse en este Gran Otro, como si fuera el
metalenguaje justificador del discurso del conocimiento y de la moral. A partir
de aquí podemos encontrar la similitud, dice Žižek , entre la posición del
filósofo y la del psicoanalista, que es la de llevar|traer a los otros a
enfrentarse con la imposibilidad de apoyar en uno Gran Otro que no existe. La
filosofía no tiene que pretender ni una fundamentación|cimentación filosófica
del psicoanálisis ni el psicoanálisis tiene que explicar la filosofía como una
ilusión paranoica. Lo que tiene que evitar tanto al filósofo como al
psicoanalista es ocupar el lugar del Padre, como si fuera el Gran Otro que nos
guía y da consejos a su interlocutor. Ésta es la demanda del neurótico en la
que no se tiene que ceder, porque lo que se tiene que aceptar es que no existe
el Gran Otro, ya que éste supuesto Otro también está en falta, también está
dividido. Lo que tiene que hacer el analista es enfrentar el analizado al hecho
de que el Gran Otro no existe, igual que el filósofo pone de manifiesto que no
hay un maestro-tutor, que cadsacú tiene que pensar por sí mismo (sapere aude,
decía Kant). Fijémonos que lo que criticaba Lacan era el revisionismo
psicoanalítico que quería hacer del psicoanalista un consejero espiritual. ¿No
es significativo que precisamente ahora desde los EEUU se nos quiera importar
esta figura del filósofo como guía espiritual o personal?
Por lo
tanto la locura que reivindica de la filosofía es la que comporta vivir
aceptando que el Otro fundamentador no existe. Lo que sabemos lo asumimos
subjetivamente sin garantías, pero apostando radicalmente por lo que escogemos.
La filosofía es aceptar que no tenemos un hogar al cual acogernos. La filosofía
es una posición imposible, desplazada desde cualquier identidad comunitaria, ya
que sale de entre los intersticios de las diferentes comunidades, en el frágil
espacio de intercambio y circulación entre ellos, que es un espacio que no
tiene una identidad positiva. Sin embargo eso no quiere decir caerse en el
relativismo; Žižek no defenderá nunca una postura posmoderna que ahoga|niega al
sujeto y desconstruye cualquier opción para caerse en un escepticismo nihilista.
Más bien Žižek se rebela contra esta posición, que para él esconde la cobardía
de no asumir los propios actos hasta las últimas consecuencias. La falta del
Gran Otro no significa que todas las posiciones son igualmente verdaderas o
igualmente buenas sino que hay que posicionarse sin más garantías que las que
uno se da uno a sí mismo, y hace falta buscar la posición que es portadora de
la verdad de cada situación y asumir la responsabilidad ética ante los actos
que hacemos. Pero este inicio socrático-platónico de la filosofía no nos tiene
que hacer creer que el camino de la filosofía es el camino del diálogo. El
diálogo filosófico le parece una ficción, como lo son los propios diálogos
platónicos, que no son otra cosa que una escenificación por desarrollar las
intuiciones básicas de Sócrates-Platón.
Žižek
dirá, de forma provocadora, que él mismo, como filósofo consecuente, es
esencialmente dogmático.Como buen lacaniano Žižek reivindicará también a
Descartes como aquél que obra el espacio del sujeto, condición única que hace
posible la ciencia, la filosofía moderna y también el psicoanálisis. En uno de
sus libros más paradigmáticos, El espinoso sujeto (1999) dice en la
introducción que reivindica el sujeto cartesiano y que lo hace en un sentido
muy preciso. Žižek permanece fiel a Lacan cuando plantea que es Descartes con
su cogito el que hace posible tanto la ciencia moderna cómo el psicoanálisis.
Pero también que los grandes errores de Descartes son, en primer lugar
considerar que el sujeto es una sustancia, y en segundo su oposición entre
razón y locura. Žižek afirma la subjetividad cartesiana en contra de todos los
que la critican, desde el organicismo del estructuralismo hasta el
postmodernismo desconstructivista, pasando por el cognitivisme y la New Age. Se
tiene que mantener la apuesta de Lacan de mantener la subjetividad como lo que
posibilita pensar la condición humana moderna y también defender lo que cada
uno tiene de más propio. Pero no como un sí mismo transparente sino como su
contrario: su núcleo excedente y no reconocido. La razón tiene una parte de
locura, que es justamente la imaginación desbocada y destructiva ante la cual
se replega Kant y la cual ya fue puesta de manifiesto por Schelling o el mismo
Hegel.Pero la clave de la función de la filosofía la encontramos en Kant, a
quién de alguna manera Zizek considera el fundador de la filosofía y lo que da
sentido retrospectivo a toda la filosofía anterior considerada. Kant es el que
entiende que el sujeto está descentrado, es decir, cerrado, estructuralmente
dividido. El concepto central es el de objeto trascendental, que es al mismo
tiempo el yo y su externalidad. La pregunta es, entonces, radical: ¿Porqué el
yo aparece enfrentándose a sí mismo como objeto? ¿Porqué el yo proyecta su
sombra fuera de sí? Aquí se muestra desde el campo de la filosofía lo que
elaborará posteriormente Freud desde el campo de la clínica: la escisión del
yo. Para Žižek Kant es capaz de descubrir esta gran verdad al negar la
intuición intelectual, es decir, al negar que el sujeto pueda ver la Cosa en
sí.
La
pregunta básica y radical de la filosofía es, y continúa siendo, kantiana:
¿Cuáles son los elementos "a priori" a partir de los cuales
configuramos el mundo?
Žižek
está también muy influenciado por el idealismo alemán. De hecho, trabajó tanto
la obra de Schelling - de una manera a la vez original y rigurosa- cómo la de
Hegel. De ambos extrae una noción que le resultará muy productiva: la de
negatividad radical del sujeto como locura constitutiva del ser humano.
La última
gran referencia filosófica de Žižek es, sin embargo, la de Marx. Aquí hay toda
una travesía que va desde la gris formación pseudomarxista que le transmitió de
forma doctrinaria la ideología del socialismo real, pasando por|para las
lecturas althusserianes o lacanianes de Marx, hasta la lectura directa y fresca
que hará Zizek del propio Marx.
Pero
Žižek considera que el auténtico filósofo no tiene que ser, como se ha dicho
antes, dialogante; lo que hace es elaborar durante toda su obra dos o tres
intuiciones fundamentales que son capaces de abrir el horizonte del nuestro
pensar. La comunidad filosófica no es dialogante, aunque es cierto y puede ser
interesante que un filósofo converse con otro, nunca olvida la propia lógica,
que es la que permite la fidelidad a estas ideas propias que son su aportación
creativa a la historia del pensamiento.
Es Lacan
el que tiene el mérito de dar al psicoanálisis una dimensión única para la
filosofía, en la medida que intenta explicar como el sujeto se constituye a sí
mismo y a su mundo. Y desde esta pregunta se encuentra con el psicoanálisis
lacaniana, del cual saca un material muy valioso. De hecho, es sin duda el
pensamiento lacanià lo que ilumina toda la obra de Žižek .
Žižek
polemiza con todos aquéllos que en algún momento le han influenciado pero que
posteriormente ha superado. Es el caso de Heidegger y del llamado pensamiento
estructuralista o post-estructuralista francés (Althusser, Derrida, Foucault,
Deleuze). En el primer capítulo de largo y denso libro El espinoso sujeto,
titulado "La noche del mundo", Žižek pasará las cuentas con
Heidegger, sobre el cual entiende que se cae en la misma trampa que criticaba a
Kant: de retroceder ante la subjetividad radical anunciada por la imaginación
trascendental. Pero si bien Kant lo hace replegándose en la metafísica,
Heidegger lo lleva a cabo replegándose en la historia del ser. Pero Lacan es la
excepción, su palabra sí es indiscutible.
Žižek
también polemiza con muchos autores actuales. Critica los planteamientos de lo
que él llama el universalismo capitalista de Richard Rorty (con su propuesta de
unas reglas formales transformadas en ley universal para salvaguardar el
espacio privado de la auto-creación personal) o los de John Rawls, al
considerar a los humanos como sujetos racionales que formalizan un contrato
social en función de sus supuestos intereses racionales. Considera que este
planteamiento es una ficción porque ignora el papel de la fantasía cómo
construcción simbòlico-imaginària que nos configura desde el deseo y también
porque niega la parte irracional que viene dada por cualquier ley, que lleva
siempre un disfrute escondido, uno resto patológico que lo impregna.
Entrará
también en debate público con otros filósofos contemporáneo, también
influenciados por Lacan, como Ernesto Laclau y Judith Buttler (en el libro
Contingencia, hegemonía, universalidad) o Alain Badiou (El espinoso sujeto).
Acepta influencias no sólo de algunos que se encuentran en una órbita teórica
afín, como Giorgio Agamben, sino también de otros como Bernat Williams, que
forma parte de una tradición tanto ajena a la suya ( la filosofía analítica).
En todo
caso, sin embargo, la filosofía es la pregunta básica y radical sobre cuáles
son las condiciones que hacen posible el mundo humano y sin garantías.¿ Pero no
será inconsistente Žižek al constituir a Lacan, que nunca cuestiona, cómo el
Gran Otro ?
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