04 julio 2009
Haiku
El haiku es una forma poética donde converge la imagen y el tiempo. Aquí confluye tanto el verbo como cadena sonora (más explicita es la forma de la renga compuesta por el waki y el haiku), como la retención de una presencia que a la vez no es presencia, que se esfuma en el momento de su captura. La imagen del haiku es siempre aire: momento en que la presencia vuela después de ser anunciada. O sea, que nos encontramos frente a un presente ausente, en un espacio que existe en las afueras del significado tradicional, hacia el margen de la aseveración de toda significación de núcleos. En el haiku el poeta no describe el momento, sino que lo vive. A diferencia del arte poética de nuestra modernidad (Yeats, Vallejo), el haiku parece decir en solo diecisiete sílabas una experiencia total haciendo solo uso de la visualidad de una presencia dentro de un nuevo medio verbal. A diferencia también de aquellos preceptos por los cuales Heidegger suntuosamente establecía la noción de la temporalidad del ser, el haiku se establece en un tiempo que está en el “ahí” del poema como también en la experiencia de la lectura, esa segunda experiencia del lector en otro tiempo. Los tiempos se desdoblan: se cruzan: vuelan y reaparecen como signos de palabras.
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