05 julio 2009
Boris Groys 1947
"¿Por qué aspiramos en absoluto a decir, a escribir, a pintar o a componer algo que antes no existía? ¿De dónde proviene la fe en el valor de la propia innovación cultural?" Quien pregunta así es Boris Groys, el autor que se dio a conocer a principios de la década de los noventa sobre todo por sus ensayos sobre la historia intelectual de la Rusia soviética y postsoviética. Entretanto, sus numerosas publicaciones sobre gran parte de los temas centrales de la filosofía y el arte contemporáneos le han convertido en uno de los ensayistas más lúcidos y sugestivos de la actualidad. En este "Ensayo de economía cultural" propone una valiosa tesis acerca de un tema "tan intempestivo para nuestro tiempo, así llamado postmoderno, como el de lo nuevo". Intempestivo porque, en efecto, "la aspiración a lo nuevo suele asociarse a la utopía, a la esperanza en un nuevo comienzo histórico y en la futura transformación radical de las condiciones existenciales del hombre, pero es precisamente esa esperanza la que, hoy, parece haberse perdido casi por completo". Para Groys, en cambio, "la producción de lo nuevo es la exigencia a la que todo el mundo debe someterse para encontrar en la cultura el reconocimiento al que aspira: en caso contrario, no tiene ningún sentido ocuparse de los asuntos de la cultura (...) lo nuevo es insoslayable, inevitable, irrenunciable. No hay ningún camino que nos saque de lo nuevo, porque, si lo hubiera, sería un camino nuevo. No hay posibilidad alguna de romper las reglas de lo nuevo, porque esa ruptura es precisamente lo que esas reglas exigen. Y en este sentido, la exigencia de innovación es, si se quiere, la única realidad que resulta expresada en la cultura." Abundando en elegantes demostraciones y en brillantes cambios de ritmo en la argumentación -que nos descubren a un verdadero maestro del ensayo-, Boris Groys salta por encima de prematuras "muertes del hombre" y apresurados anuncios del fin de la historia, y muestra a los artistas y a los teóricos entregados, en el más absoluto desamparo, a una lógica cultural-económica cuyas estrategias describe con extrema habilidad. A la luz de esa "economía", la innovación cultural se nos presenta como la más consecuente manifestación cultural de la misma lógica que actúa -oculta e implacable- en otros ámbitos de la vida.
BORIS GROYS nació en 1947 en Berlín Este. Estudió filosofía y matemáticas en la Universidad de Leningrado. Trabajó como asistente científico en diversos institutos universitarios entre 1976 y 1981, entre ellos el Instituto de Lingüística Estructural y Aplicada de la Universidad de Moscú. En 1981 emigró a Alemania, donde comenzó a publicar sus trabajos y a impartir clases en la Universidad de Münster, en la que se doctoró en filosofía en 1992. Junto a su actividad como ensayista, crítico de arte y comisario de exposiciones, Boris Groys ha trabajado también como artista: suyos son los ensayos fílmicos e instalaciones como “The Art Judgement Show” (2001) o “Iconoclastic Delights” (2002).
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