El "libro-juego", como espacio de juego,
es un sistema complejo, aparentemente desordenado y caótico, dinámico,
abierto, fragmentado, multiforme y no-lineal. Permite la apertura a las
transformaciones, la innovación, la creación y la destrucción
según las acciones imprevistas que el lector introduce en su actualización
del texto y las relaciones de sentido que van surgiendo en la conexión
de los fragmentos.
Pero esta indeterminación es posible porque su
diseño ofrece el grado de flexibilidad necesario para la experiencia
participativa del lector. La dialéctica entre la regla (el diseño)
y el azar (la participación productiva) daría cuenta de la
especificidad del "libro-juego" como escritura que promueve la experiencia
estética creativa en su producción y recepción.
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