Las cianobacterias están entre los
seres vivos más primitivos, con más de 3.500 millones de años de
antigüedad. Estos microorganismos acuáticos contribuyeron a oxigenar la
atmósfera, pero ahora sus poblaciones aumentan sin parar. El
calentamiento global parece estar detrás de este incremento, así como el
de las toxinas que producen algunas de ellas.
"Las cianobacterias son amantes de las aguas calientes,
por lo que un aumento de la temperatura a lo largo de este siglo puede
favorecer su crecimiento, en especial el de las variedades citotóxicas,
que incluso podrían producir más toxinas y hacerse más nocivas", indica Rehab El-Shehawy, investigadora de IMDEA Agua y coautora de un estudio publicado en la revista Water Research. Su equipo analiza cómo se fabrican y utilizan estas toxinas para estar preparados ante el aumento de cianobacterias.
Los afloramientos de estos microorganismos en lagos, embalses y ríos
de todo el mundo, así como en estuarios y mares, como el Báltico, es un
fenómeno cada vez más frecuente. Según los expertos, esto representa un problema económico "en la navegación o el turismo, por ejemplo", y medioambiental.
En España se ha confirmado la relación entre las proliferaciones de cianobacterias tóxicas en las marismas de Doñana con mortandades de fauna salvaje ocurridas en este espacio natural, aunque lo que más preocupa son sus efectos en la salud humana.
"Estas toxinas pueden afectar al hígado y otros órganos (hepatotoxinas), al sistema nervioso (neurotoxinas), a distintas células (citotoxinas), a los ojos y mucosas, además de producir dermatitis y alergias", explica Francisca F. del Campo, otra de las autoras e investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid.
La científica demanda una mayor atención por parte de las
autoridades y de la población general ante este problema sanitario y
medioambiental tan poco conocido y al que no se presta el suficiente
interés.
"Sospechamos que detrás de algunos trastornos gastrointestinales y otras enfermedades pueden estar estas citotoxinas, pero se requieren estudios epidemiológicos que lo confirmen", apunta Del Campo.
Según los análisis del Centro de Estudios y Experimentación de Obras
Públicas (CEDEX), cerca del 20% de los embalses españoles (se
muestrearon 278) presentan cianobacterias en concentraciones superiores a 2 mm3/l, el nivel guía que establece la OMS para aguas de baño.
Dentro de este grupo que sobrepasa los límites, en el 45% de los
casos aparecen concentraciones de microcistinas (toxinas que afectan
especialmente al hígado) por encima de 1 microg/l. Este es otro de los
valores que la OMS recomienda y la legislación española exige no superar
para aguas potables.
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