18 enero 2010

Nicolás Bourriaud


No estoy seguro de que se pueda calificar las prácticas que describo en Post-producción como una “estética del Dj”: ésta no constituye más que una figura entre otras. Creo ante todo que de lo que se ha liberado el arte hoy en día es de esta idea modernista de liberación, que fue la compañera de ruta teórica de las luchas anticoloniales. El programa de emancipación nacido en la Ilustración se ha acabado, por lo menos bajo esta forma militar: ni “conquistas”, ni “autonomías”, y todavía menos la “revolución”, que es una forma histórica, hoy en día una antigüedad que anula desagradablemente el camino de las luchas políticas concretas… Aquí también es necesario inventar nuevas formas. Lo que hoy está verdaderamente en juego en el campo del arte, es el llegar a hacer emerger una nueva cultura, una que tome en cuenta los fenómenos fundamentales de nuestra época: la globalización, la inmigración, la invisibilidad del poder y del capital, la deculturización de las poblaciones… Lo que percibo en el trabajo de los artistas que me interesan, y que llamo mis votos, es la constitución de una altermodernidad, una modernidad que corresponda a la problemática de nuestra época, a las preguntas que se hacen hoy en día, no a aquellas que se hacían ayer. Una altermodernidad que forme un aparato capaz de luchar al mismo tiempo contra la tradición y contra la estandarización del mundo bajo la égida de la globalización –dos fenómenos igualmente padecidos e impuestos desde fuera. Tenemos necesidad de la memoria, pero ante todo para aprender a olvidar. La ideología postmoderna, desde los años ochenta, autoriza a los artistas a expresarse en función de sus tradiciones: al hacer esto, los encierra en el papel de presentadores de su folklore. No me interesan más que los artistas que utilizan su memoria, su cultura local o nacional, su singularidad, como un material bruto que conecten con otras redes de significación. Felizmente, de Jonathan Hernandez a Sooja Kim, pasando por Rirkrit Tiravanija o Pascale Marthine Tayou, tales artistas no faltan… Se trata, hoy en día, de elaborar una cultura del desarraigo positivo. Y la “Caja-en-la-Maleta” de Marcel Duchamp podría ser su tótem, más que tal o cual obra “arraigada”.

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