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La obra de Cattelan (instalaciones, videos, fotografías, acciones y objetos) se funda en el mecanismo del humor. Con ese medio consigue trastocar las reglas del juego en el ambiente del arte, para comentar irónica y críticamente, materias socialmente controvertidas, de un modo subversivo y humorístico. Los temas de sus obras – con un martiz en ocasiones intervencionista – pueden ser tanto las tendencias racistas en Italia o la influencia de la mafia, como cuestiones intrínsecas al arte.
En esta última línea, en una instalación presentada en el MoMA, hizo actuar a un mimo disfrazado de Pablo Picasso con una gran máscara modelada por él, que conversaba con el público. En otra ocasión, este enfant terrible del arte italiano subalquiló su espacio de exposición a un fabricante de perfumes, que instaló allí un display publicitario con sus productos.
Al saber aprovechar para su trabajo las condiciones del sistema del arte, su método suele ser llamado parasitario. Frecuentemente, Cattelan emplea símbolos de huida de la exposición, en forma de sábanas anudadas unas a otras o de un agujero cavado en el suelo de la sala. Sus retratos habrán de interpretarse en este contexto, los encarga a un dibujante de la policía, que los delines siguiendo las descripciones que le va dando de sus amigos y familiares; conscientemente tienen un aire de cartel de busca y captur. Cattelan sabe presentar con métodos sencillos sus objeciones contra las condiciones de una exposición. En 1994, persuadió a su distribuidor de París Emmanuel Perrotin a pasar un mes como un gigante vestido de color rosa falo. En otra ocasión, la Secesión Vienesa le invitó a montar una exposición en un sótano, instaló entonces dos biciletas con las que dos vigilantes -en el momento de entrar algún visitante- generaban la exigua energía necesaria para una bombilla de 15 vatios. De este modo, Cattelan no sólo expresaba su opinión sobre las salas, de techos bajos y sin ventanas, del sótano, sino que también ponía al visitante en una situación embarazosa, pues los vigilantes sólo pedaleaban para accionar la dinamo cuando alguien entraba. De este modo, Cattelan simbolizaba de modo convincente las jerarquía y las relaciones de dependencia en el mundo del arte.
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