28 agosto 2009

Virtualización o digitalización del espacio social y cultural.


Zizek describe el mundo sin sustancia de la sociedad postpolítica. La degradación de la realidad a través de soluciones de simulación, de la `virtualización’ o digitalización del espacio social y cultural. Una sociedad artificial, donde la administración de las cosas sustituye a la administración de las personas, regulada también artificialmente. Más allá de esa realidad virtual, demanda conocer la realidad de lo virtual. Asistimos, advierte, a la ‘virtualización’ del vacío. A una seducción que nace de la dialéctica entre mercados y medios de comunicación. En la postpolítica no se explicitan las ideologías, apenas hay espacio para ellas, y lo que aparentan ser rasgos de pluralidad, las ideologías tenues y convergentes, son en realidad distintos estilos de vida sujetos al imperio de las modas, por los ciclos del mercado. La ideología ya no induce pautas de comportamiento, modelos y mecanismos de control, sino que prevalecen ahora las coerciones económicas como instrumentos de inclusión/exclusión. Vivimos en una etapa de ‘autocolonialismo’, impulsada por las corporaciones globales, que dan el relevo a las viejas potencias coloniales y al Estado-Nación, que no operan ya desde metrópolis privilegiadas, sino sobre la geografía mundial, amparadas por una débil filosofía de acompañamiento donde se entremezcla el liberalismo-tolerante y el multiculturalismo. El multiculturalismo, que se basa en el respeto al otro, es para Zizek una forma de consolidar al ‘otro’, la diferencia, esto es, una modalidad de racismo negado o invertido, que marca la distancia, eso sí con respeto y tolerancia. El multiculturalismo viene a ser hoy, para las corporaciones globales, lo que en su día fueron las políticas obreras de la burguesía –‘respetemos al obrero’, porque lo necesitamos.
Asistimos, advierte Zizek, a la ‘virtualización’ del vacío. A una seducción que nace de la dialéctica entre mercados y medios de comunicación, que desplaza la realidad y la sustituye por ensoñaciones paralizantes, por las que circulan los fantasmas y los miedos, pero también las utopías ilusionantes. Se induce y cultiva el victimismo –‘la máxima expresión narcisista de la postmodernidad’- como un estadio de debilidad que permite el control a través de las redenciones de las utopías controladas. El capitalismo consigue, mediante la seducción mediático-tecnológica, la ruptura de la temporalidad, empleando para ello representaciones virtuales del futuro, que se viven como goce utópico del futuro, como expresión de un tiempo en permanente cambio (tecnológico), que conduce al individuo por territorios determinados. Es lo que llama el activismo de la ‘interpasividad’ crea simulaciones de aceleración externa al individuo.-

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