
En 1962, sin intención aparente, Allan Kaprow llena un patio vecinal de tal cantidad de neumáticos que resulta imposible ver el suelo. Vecinos y paseantes ocasionales lo ocupan entre espectantes y desconcertados. Varios niños, atraídos por la novedad, juegan despreocupados entre las ruedas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario